Mientras Billy Paul canta “Me and Mrs. Jones”, la
primera dama peregrina gasta tres millones de soles en viajes. Se burla de unos
profesores y enfermeras que paran la
olla con unos cuantos morlacos. Y no digo nada del presidente porque pareciera
que no
lo tuviésemos.
Alan García no se queda atrás. En plena marcha, sin importarle las cámaras de televisión que lo seguían, furibundo le regala un puntapié, haciéndole saltar de dolor al adepto famélico que tenía al frente. ¡Fuera mierda! le decía entre dientes.
Y el maestro es Fujimori. Al ver que el tiempo se le había acabado, aprovecha el viaje a la APEC y abandona como el más ágil roedor un barco que apestaba como una letrina abierta, y envía por fax para el recuerdo su más noble infamia y cobardía, riéndose a miles de kilómetros de esos millones de peruanos a los que les había introducido la yuca con un agresivo shock que les trajo despidos y hambrunas. Y luego, en su dictadura, los amedrento para que no salieran a las calles a reclamar por pan, empleo o sueldos dignos. Aquellos que se atreviesen, terminarían detenidos acusados de “terrucos” y puestos entre rejas, previa tortura.
Pobre peruano. A cada rato son hechos “cholitos” por unos pendejos aprovechados. Saben cómo hacerlo. Y esto es de siempre. Por eso tengo las maletas listas junto con mi infaltable manual del exiliado. Y esto va en serio. Porque la vida de mis compatriotas vale lo mismo que esos soldados soviéticos en “Enemigo al acecho” cuando intentaban cruzar el Volga para alcanzar las ruinas de Stalingrado.
Y esta forma de vernos a las mayorías, no solo la utilizan los políticos cuando quieren patearnos el culo y robarnos a mansalva con el forzado descuento a los trabajadores independientes, sino que también en nuestra televisión basura algunos realizadores de programas, como buenos aprendices, utilizan las mismas argucias e intentan también burlarse de los peruanos.
Alan García no se queda atrás. En plena marcha, sin importarle las cámaras de televisión que lo seguían, furibundo le regala un puntapié, haciéndole saltar de dolor al adepto famélico que tenía al frente. ¡Fuera mierda! le decía entre dientes.
Y el maestro es Fujimori. Al ver que el tiempo se le había acabado, aprovecha el viaje a la APEC y abandona como el más ágil roedor un barco que apestaba como una letrina abierta, y envía por fax para el recuerdo su más noble infamia y cobardía, riéndose a miles de kilómetros de esos millones de peruanos a los que les había introducido la yuca con un agresivo shock que les trajo despidos y hambrunas. Y luego, en su dictadura, los amedrento para que no salieran a las calles a reclamar por pan, empleo o sueldos dignos. Aquellos que se atreviesen, terminarían detenidos acusados de “terrucos” y puestos entre rejas, previa tortura.
Pobre peruano. A cada rato son hechos “cholitos” por unos pendejos aprovechados. Saben cómo hacerlo. Y esto es de siempre. Por eso tengo las maletas listas junto con mi infaltable manual del exiliado. Y esto va en serio. Porque la vida de mis compatriotas vale lo mismo que esos soldados soviéticos en “Enemigo al acecho” cuando intentaban cruzar el Volga para alcanzar las ruinas de Stalingrado.
Y esta forma de vernos a las mayorías, no solo la utilizan los políticos cuando quieren patearnos el culo y robarnos a mansalva con el forzado descuento a los trabajadores independientes, sino que también en nuestra televisión basura algunos realizadores de programas, como buenos aprendices, utilizan las mismas argucias e intentan también burlarse de los peruanos.
Si utilizo algún calmante
para hacer más llevadera mi ciudadanía,
ese remedio es la buena música. Aprecio y respeto las buenas voces, sobre todo, aquellas
que se abren paso libremente al oído más exquisito, como detesto también aquellos alaridos que te
provocan en ese momento tener sordera.
El formato del
programa, como era de esperarse, despertó la atención de los televidentes y con
esto también las malas artes de sus realizadores: pendejos que desfrutan de altos
ingresos producto de manejar una fábrica que diariamente hace burla de la
inteligencia y los oídos de los televidentes.
Tenía varios años de enterrada, pero la voz de aquella concursante habían vuelto a la vida a Rocío Durcal, era sin exagerar una copia exacta de la original. Pero ante el estupor de los que estábamos al frente, ese jurado “trucho” conformado por un cómico travestido, una improvisada cantante de chicha, y liderados por un tal Ricardo Morán, escucharon otra cosa y la despidieron sin siquiera dar al público una escusa coherente. Lo mismo ocurrió en otra temporada con el imitador de José José. La reproducción era perfecta, ni siquiera se había escuchado algo parecido en los programas mexicanos del mismo corte. Las malas noches los tragos y todos los excesos del príncipe de la canción no pudieron enmudecerlo porque este participante lo había regresado a los escenarios. Y otra vez ese jurado “mañoso” se cagó en la leche y lo sacaron del concurso.
Tenía varios años de enterrada, pero la voz de aquella concursante habían vuelto a la vida a Rocío Durcal, era sin exagerar una copia exacta de la original. Pero ante el estupor de los que estábamos al frente, ese jurado “trucho” conformado por un cómico travestido, una improvisada cantante de chicha, y liderados por un tal Ricardo Morán, escucharon otra cosa y la despidieron sin siquiera dar al público una escusa coherente. Lo mismo ocurrió en otra temporada con el imitador de José José. La reproducción era perfecta, ni siquiera se había escuchado algo parecido en los programas mexicanos del mismo corte. Las malas noches los tragos y todos los excesos del príncipe de la canción no pudieron enmudecerlo porque este participante lo había regresado a los escenarios. Y otra vez ese jurado “mañoso” se cagó en la leche y lo sacaron del concurso.
¡Ya está bueno de tanta pendejada!, yo
no voy a soplarme semejante estafa. Está
bien que seamos desdentados y hambrientos según Laura bozo, y que tenemos
gustos tan repulsivos como para hacer famosos a criaturas tan pestilentes como Carlos Cacho y Laura Bozzo , y como bien
lo decía el racista Raúl Romero: “que por cinco "lucas" te compras un
fiscal, un par de abogados…” haber quien se sopla ese concurso y las decisiones de ese jurado a todas luces digitado.
Ricardo Morán cree que por no tener ni un pelo de tonto, le da el derecho a subestimar al resto, pero algunos tenemos otro pellejo que dista mucho de cordero.
Ricardo Morán cree que por no tener ni un pelo de tonto, le da el derecho a subestimar al resto, pero algunos tenemos otro pellejo que dista mucho de cordero.